Una investigación en la que se ha implicado la Universidad de Granada ha encontrado evidencias de polvo atmosférico procedente del Sahara de los últimos 11.000 años en las profundidades de la laguna de Río Seco de Sierra Nevada, situada a 3.020 metros de altura sobre el nivel del mar.
Se trata de nuevos datos sobre el cambio climático que se dio en la península ibérica hacia la mitad del Holoceno (hace 6.000 años aproximadamente), cuando empezó a incrementar el aporte de polvo atmosférico procedente del Sahara, según informa la Universidad de Granada.
El informe, publicado en la revista “Chemical Geology“, está basado en la sedimentación de polvo atmosférico procedente del Sahara, un fenómeno muy habitual en el sur de la Península ibérica fácilmente detectable en la actualidad cuando, por ejemplo, una capa de polvo rojiza cubre los coches.
Los científicos han analizado Río Seco, una laguna alpina de Sierra Nevada situada a 3.020 metros de altura sobre el nivel del mar, de donde obtuvieron muestras de sedimento de 1,5 metros de profundidad, que representan aproximadamente los últimos 11.000 años (época conocida como Holoceno).
Entre otros indicadores paleoclimáticos encontraron evidencias de polvo atmosférico procedente del Sahara.
Según uno de los autores del estudio, el investigador de la Universidad de Granada Antonio García-Alix, “la sedimentación de este polvo atmosférico ha afectado a lo largo del Holoceno a los ciclos vitales en las lagunas de Sierra Nevada, debido a que éste incluye diversos nutrientes o minerales que escasean a esas alturas y que ciertos organismos que habitan allí necesitan”.
El estudio también ha demostrado la existencia de un periodo relativamente húmedo durante la primera parte del Holoceno (10.000-6.000 años aproximadamente).
A partir de ahí, se dio una tendencia hacia la aridificación hasta hoy día, coincidiendo con un aumento de la caída de polvo atmosférico en el sur de la península, en relación a tormentas de polvo africanas.
También se han detectado varios ciclos climáticos asociados, en última instancia, con causas solares o la oscilación del Atlántico Norte.
Esta investigación es el resultado de varios proyectos en los que colaboran científicos de la Universidad de Granada, el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra y las Universidades de Murcia, Glasgow y Arizona del Norte.
Fuente: EFEVERDE
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